7.10.12

Bienvenido Mr. Octubre o la historia de las zanahorias pasadas y asadas

Por fin ha llegado octubre, el mes que más me gusta de todo el año. En octubre se hace palpable el otoño; en octubre las hojas se caen, empiezas a abrigarte, se empiezan a ver bufandas y chaquetas; los parques se tornan marrones, rojos y amarillos; en octubre te apetece quedarte en casa, leyendo un libro, tejiendo o...¡por qué no! ¡cocinando!

Fuente: Pinterest


Como bien reza el título de mi blog, mi día a día es un taller de comida y cocina, además de otras muchas cosas. Me estrujo los sesos para pensar qué puedo hacer con las zanahorias que están en el cajón de la nevera a punto de llenarse de moho, cómo puedo hacerlas apetecibles sin cometer excesos prohibidos en la dieta y cómo puedo presentarla para que entre por los ojos, sobre todo.

Fuente: Pinterest

Ayer llegamos de Sevilla a las 00:30h y al llegar a casa y abrir la nevera, casi rompo a llorar. Quedaban cinco huevos, unas zanahorias pasadas, un tomate, dos yogures y pavo en taquitos. Suerte que mi madre nos había regalado dos piezas de pan (menciono este pan más abajo) e hice, en pocos minutos, una tortilla francesa con pavo sobre pan de centeno. Julia Child decía que para una buena tortilla francesa, la clave es la sartén (en mi caso es un cascajo de sartén, imán de tortillas). Ésta ha de estar lisa, sin rayones de manera que la placa antiaderente sea para ella como una pista de hielo y se deslice con gracia y movimiento. La madre de Mr. P me enseñó un truco para que queden esponjosas: batir las claras hasta formar espuma y añadir las yemas a continuación. El resultado es una tortilla consistente pero ligera y, si como a mí os gusta un poco cruda, se os hará la boca agua. Siempre estoy buscando cómo mejorar mi técnica con la tortilla francesa.


Julia Child. Fuente: Pinterest

Obviamente, hoy por la mañana la situación era la misma pero con cuatro huevos menos y sin pavo. Últimamente Mr. P y yo hacemos una dieta, que seguimos siempre que podemos. En ella el desayuno recomendado  es un café y una tostada integral con mantequilla o una cucharada de aceite de oliva. Como os he dicho arriba, menos mal que contábamos con las dos piezas de pan integral. Este pan es una auténtica delicia. Lo venden en los supermercados ALDI y son panes negros alemanes, súper sabrosos e idóneos para el desayuno. Mi truco (bueno, el de mi madre) es cortarlo a rebanadas y congelarlo, metido en su bolsa; es la mejor forma de que no se estropee y, al tostarlo directamente desde el congelador, se queda riquísimo.

Fuente: Pinterest

Todas las mañanas suelo tener un momento de reflexión, mientras termino mi taza de café; hoy he estado pensando en el fin de semana. Ha sido una locura. Esto de irse de casa a los diecisiete tiene sus cosas positivas, no os penséis que es todo drama. En mi caso es una fiesta cada vez que voy: mi madre compra todo lo que me gusta, me dejan dormir hasta tarde, todos están contentos porque estoy allí y, lo que más me gusta, salimos a tomar tapas por ahí. Es súper apetecible el plan. Me comprometo a hablar en más posts sobre Sevilla y sus rincones, hoy os hago un adelanto.

Sevilla es una ciudad viva, llena de luz, alegría y color. Es un topicazo pero así es y así lo percibo yo. Para la aquel que quiera descubrir los entresijos de la Sevilla gastronómica no puede dejar de ir a dos de mis bares de referencia, que por supuesto he visitado este fin de semana. Uno de ellos es Casa Morales; está situado en la calle García de Vinuesa, justo detrás del horno San Buenaventura. Es la típica taberna de finales del XIX, cuyo encanto reside en su distribución y en la decoración que han mantenido desde su origen. La distribución es muy curiosa: está dividido en dos zonas, quedando la parte de la barra justo en medio de ambas, por tanto el bar se divide en dos ambientes que hace que parezca que son dos locales; en uno decoración en madera, tipo modernista con licores de años pasados en las baldas y carteles de toros del siglo pasado, un coche de hojalata, ventiladores retro y algunos barriles. La otra zona, mucho más austera, con sillas y mesas de palo y rodeada de tinajas para guardar vino. La visión es espectacular en cualquiera de los dos lados y se palpa el alma de Sevilla a cualquier hora: el aperitivo, la comida o la cena. En cuanto a la comida, cualquier tapa que pidas es digna de probar; recomendación personal: para abrir bocado, una bolsa de patatas "El cortijo del olivar" cuyo eslogan dice en la parte de detrás de la bolsa: "el segundo placer de la vida". Sólo por ser anécdota, creo que merece la pena. Platos que no pueden faltar: tapa de mojama, la tortilla de patatas, que tiene el tamaño de un queso de oveja, el jamón, los chicharrones, las anchoas y un plato que descubrí el sábado que está estupendo: canapé de sardina ahumada sobre salmorejo: merece la pena. Los camareros no son la alegría de la huerta, pero el ambiente es excelente y la comida espectacular.

Casa Morales. Calle García de Vinuesa, Sevilla. Fuente: Pinterest

Otro sitio obligado en la ruta gastronómica sevillana es el Rinconcillo, en la calle Gerona. Primer dato de este emblemático lugar: es el bar más antiguo de Sevilla, del siglo XVII. Curiosamente tiene rasgos parecidos a Casa Morales: el ambiente se divide en dos y tienes por un lado decoración en madera labrada estilo modernista, con botellas del año catapún, almanaques y carteles antiguos, patas de jamón en garfios con solera y una barra de caoba donde te siguen apuntando lo que vas pidiendo para llevar el control. El otro lado es más popular y moderno, con mesas para sentarse. En el Rinconcillo la tapa reina es las espinacas con garbanzos; también puedes pedir otras delicias como soldaditos de pavia de bacalao, croquetas, chacinas variadas y la famosa tortilla francesa; puedes elegir el aderezo; ay! Aspiro a que me salgan igual de sabrosas. Lo tradicional de este bar ha sido y será el "coronel" que no es otra cosa que un vaso duralex de vino, lleno hasta arriba; ¡toda una tradición!

El Rinconcillo. Calle Gerona, Sevilla. Fuente: Pinterest.

No os quiero adelantar más secretos de Sevilla, iré poco a poco, marcando cada post con la etiqueta correspondiente, para que podáis acceder a todos de forma fácil y rápida.

Mi post de hoy lo cierro con una receta, inspirada en la cocina de Jaime Oliver, de zanahorias (pasadas y asadas) como guarnición.

{Ingredientes}

-Zanahorias a discreción
- 1 cebolla grande
- Comino
- Aceite de oliva
- Sal y pimienta
- Laurel

Lo primero es pelar las zanahorias y cortarlas por el eje vertical y horizontal como formando una cruz. Para qué adquieran la textura necesaria, siempre recomiendo hervirlas antes, durante 10 minutos, con una hoja de laurel.

Mientras se cuecen, vamos cortando la cebolla en rodajas y haciendo una cama con ellas en una fuente. Posteriormente vertemos las zanahorias, que han llegado a su punto de cocción, sobre la cebolla. Les espolvoreamos comino al gusto, sal, pimienta y aceite.

A continuación las meteremos en el horno a 210 grados, durante 20 - 30 minutos. Personalmente, me gusta dejarlas que se tuesten bastante y adquieran un punto crujiente.

La combinación con la cebolla asada es deliciosa. Hoy la hemos combinado con chuletitas de cerdo, pero es también una guarnición perfecta para asados y carnes frías con salsa.

{Some tips}

- Podéis poner en la fuente algunos dientes de ajo también, que es muy aromático y están riquísimos asados.
- Estoy pensando en crear una mermelada para acompañarlas, con algún fruto seco: orejones, nueces...
- ¿Qué tal incorporar una ralladura de naranja y un poco de zumo? Buenísimo
- El aceite de oliva siempre se puede sustituir por mantequilla, que aunque no es tan saludable, quedan unas zanahorias muy dulzonas y suaves.
- Como hierbas aromáticas...Romero y tomillo: infalibles.

La naranja les da un toque muy especial. Fuente: Pinterest

Compromisos planteados y cumplidos: intento levantarme antes de las 8:30 (me cuesta pero lo voy consiguiendo) doy pequeños paseos como deporte y escribo en el blog. Aún queda un largo camino por recorrer...¡Pero el otoño no ha hecho más que empezar! See you.

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